Ensimismarse en positivo: coincidencia conmigo misma, con mis secretos, demonios internos, pasiones no confesadas, pesadillas del subconsciente, fanasías ... El conflicto llega cuando deseo desarrollar mi intimidad y me veo quebrada por mi necesidad de coexistencia social: “Solo solos somos libres” es una inscripción callejera -¡ánimos! los sixties no han muerto-. Parece ser que los grotescos graffiti no vencen a la voluntad de construir sobre lo destruído (Baudrillard no sé si piensa lo mismo en "Kool Killer")
De ilusiones se vive, pero todo es engullido por el colador del sistema, Foucault se preguntaba cuánto mejor sería pasar a la acción y abandonar las buenas intenciones del lenguaje, que siempre terminan siendo asumidas y re-reproducidas por el gran depredador capitalista.
La maquinaria anónima e impersonal en la que no tenemos la mínima impresión de estar participando, engendra neurosis (y ya me repito). Un campo de concentración civilizado, montañas dinamitadas, bosques asfaltados, rios disecados, espacios sólo funcionales, limitaciones administradas, comunicación virtual, cascos para no oírnos, pantallas para no vernos, distancia, ausencia, vacío, ninguneo, irresponsabilidad, orfandad, porvenir, cálculo, ley, orden, inmediatez, bla, bla, bla.
¿Dónde queda la Intimidad? Bajo la enorme suela del zapato de la razón, banalidad de telediario, pastiches del sufrimiento, infames perdidos en el hiepermercado buscando un imperdible, emociones envasadas, sucedáneos de subjetividad, opresión de la llamada normalidad, vidas en las que no pasa nada o exactamente lo mismo que ayer, condenadas a alimentar la explotación (desahogarse en un blog es gratis y nada perjudicial)
La intimidad sin fruslerías, las emociones que emocionan, son el hilo de ariadna que me vincula a una comunidad que entiende, sufre, experimenta conmigo las variaciones afectivas. Porque la intimidad une y no separa, por eso lenguaje, por eso comunicación, por eso quien sea necesita poner en circulación su frasecita “solo solos estamos libres”. Y tiene el mérito de hacernos recordar (quizás sin saberlo) que en una capa interna rezuman los universales, estos lugares compartidos de la afectividad de raíces inmemoriales. Esta frase ataca a la máscara, nuestra caricatura sin humor.
Ya veremos, dijo un ciego. Para mí que la individualidad promueve la creación de enemigos externos, pero la intimidad es esta zona oscura que nos cose invisiblemente. Mientras no llegue la aldea global :
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